jueves, 8 de abril de 2010

La defensa de Greenspan

Ayer habló Greenspan ante el Congreso de los Estados Unidos. Como recordarán, el señor Greenspan fue gobernador de la Reserva Federal de los Estados Unidos -el banco central norteamericano- desde 1987 hasta el año 2006. Fue allí a justificar las actuaciones del instituto que había dirigido hasta poco antes de que saltase la crisis financiera que venimos padeciendo, y fue interpelado por algunos congresistas que le acusaron de no haber previsto, primero, y pasado por alto, después, la crisis de las hipotecas subprime y el excesivo riesgo que habían asumido las entidades. Algunos le acusaron de haber favorecido la desregulación de los mercados, desregulación que sería, en opinión de los acusadores, una base de los problemas que nos acucian.

El señor Greenspan se defendió bien: dijo que, efectivamente, él era partidario de la desregulación, pero que ahí no estaba el problema, sino en la falta de capital de los bancos para el volumen de operaciones y riesgos que asumían. Es decir, los bancos estaban sobreendeudados. ¿Y por qué estaban sobreendeudados? Pues lo dijo de manera velada. Recordó a los congresistas que en su momento era una convinción generalizada de las autoridades que había que favorecer el acceso a la propiedad de la vivienda de capas cada vez mayores de la población. Por lo que se favoreció desde el poder político la aparición de sociedades de crédito hipotecario semi-públicas. Y sólo con estas afirmaciones el señor Greenspan, tal vez sin quererlo, porque le deja en mal lugar a él mismo, o queriéndolo, porque de paso dejaba en mal lugar a los congresistas, a los que acusó de desmemoriados, lo dijo todo sin decir nada más.

Está claro que estas sociedades semipúblicas de crédito hipotecario necesitaban el dinero para financiar las hipotecas, con el fin de obtener el dinero bien podrían haber acudido al mercado, pero los tipos de interés habrían subido ante la demanda de fondos tan alta que requería, por lo que habría sido difícil que los menos favorecidos tomaran a su vez crédito para viviendas. La solución fue otra: emitir moneda. La Reserva Federal emitió moneda, la puso en circulación bajando el tipo de interés al que prestaba y así hubo dinero para los créditos hipotecarios que ahora no se pueden pagar, porque cuando los precios de la vivienda comenzaron a hacerse insostenibles la Reserva Federal solicitó el reembolso de su dinero, y subieron los tipos. Y encima, se acusó a los bancos privados de sobreendeudarse.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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