viernes, 30 de abril de 2010

Individualismo: el verdadero y el falso

Los viernes, como hoy, hay que aprovechar la tarde para ir a la librería o a la biblioteca y hacerse con un buen libro. Esta semana les voy a recomendar un texto muy corto, una conferencia, de Federico Hayek, premio Nobel de Economía en 1974, al que tantas veces hemos citado. El libro se llama: Individualismo: el verdadero y el falso. El libro intenta acabar con el mito, o mejor, aclarar el prejuicio, de que los defensores de la libertad frente a los defensores del intervencionismo político y la planificación económica son egoístas, mientras los segundos son auténticos filántropos. Filántropos con el dinero ajeno, añado yo. El individualismo verdadero es consciente de la ignorancia y la debilidad del hombre y cree que la actuación de éste es el fundamento de la vida social y de las instituciones, que en un proceso de prueba y error, hemos ido creando.

El individualismo falso de los colectivistas, los racionalistas y los constructivistas, cree que el hombre con su propia capacidad racional puede definir el orden social que necesitamos para nuestra existencia y otorga individualidad, es decir voluntad, a colectivos como la nación, el sindicato, o la clase obrera para ser agentes de la Historia. En el fondo, los individualistas falsos aseguran que ellos representan la voluntad del pueblo, como Hitler o Montilla, o de la clase trabajadora, como Stalin o Méndez, el de la UGT, pero en verdad sólo se representan a sí mismos -como cada uno de nosotros-, y lo que intentan es imponer su visión a los que dicen representar.

Las consecuencias, ya las conocen. Así que, ya saben, en un par de días pueden profundizar en estas reflexiones con el magnífico texto de Hayek: Individualismo: el verdadero y el falso. Y en el futuro no dejen que nadie les represente salvo que ustedes le hayan dado un mandato explícito en tal sentido, lo que se conoce como mandato imperativo que, por ejemplo, nuestra Constitución prohíbe respecto de los Diputados. ¿Saben por qué? Pues por los antecedentes históricos. La ciudad de Segovia colgó a los procuradores que envío a la Cortes convocadas por Carlos I porque no votaron lo que se les dijo que tenían que votar, sino lo que les dijo el Rey.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

jueves, 29 de abril de 2010

Condiciones para crear riqueza

Antes de ayer les hablaba de la situación de España en los principales indicadores económicos que se utilizan: siempre estamos entre los cinco peores de las cuarenta y dos principales economías del mundo. Y les contaba que en lo referente a desempleo, con un 19% estábamos sólo peor que Sudáfrica que tiene casi un 25%. El otro día parecía que iba a ser difícil alcanzar a los africanos, pero hete aquí que también antes de ayer el Ministerio de Trabajo publicó por un rato, porque lo retiró en seguida, que el desempleo ya había superado el 20%.

Éste es el problema más acuciante de España que azota especialmente a los jóvenes, con casi un 50% de desempleo, y a los mayores de 45 años que ya superan el millón de desempleados, y casi la mitad de ellos de larga duración. Y las autoridades, sólo ofreciendo subsidios y miseria. La última idea peregrina la ha tenido el señor Revilla, el presidente cántabro, que propone reducir la jornada en un 25% y el salario en un 25%, y que del nuevo salario resultante un tercio lo pague el Estado. Pero quién piensa este señor que pagaría ese tercio: pues los contribuyentes.

En los países socialistas no había desempleo, sino miseria, y eso es lo que nos ofrecen. Para ejemplo, recuerden que la Olivetti se quedó con un fabricante de máquinas de escribir en Alemania Oriental tras reducir la plantilla desde 12.000 a 800 trabajadores, cuando este estado socialista se colapsó. Crear empleo no es fácil para el sector privado, pero es imposible para el sector público. El primero, el sector privado, necesita entre otras cosas bajos impuestos, poca legislación pero clara y de obligado cumplimiento para todos, libertad bien entendida, es decir, que no atente contra la moral y las buenas costumbres y, por último, el derecho y la obligación de asumir las consecuencias de sus propios actos. Casi todo lo demás en Economía es técnica y puede aprenderse, pero la ausencia de las condiciones que les he dicho imposibilita la creación de riqueza.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

miércoles, 28 de abril de 2010

Apoyamos (España) a Grecia

Ya saben ustedes, porque casi no se habla de otra cosa en lo referente a finanzas internacionales, que la Unión Europea está estudiando las ayudas a Grecia con la finalidad de evitar que este Estado presente suspensión de pagos. La verdad es que sobre este tema es difícil estar al corriente, porque por la mañana parece que ya se han acordado los apoyos, y por la tarde te meriendas con que se lo están pensando. Ahora mismo creo que Alemania lo tiene parado, porque esa fracasada que dirige la nación teutona ha dicho que antes Grecia tiene que dar muchas garantías, y porque su gobierno, el alemán, tiene luego que revisarlo todo.

El usufructuario de La Moncloa, sin embargo, como dirige una nación que está más allá de la primera división, anunció desde el primer momento que España apoyaría al gobierno griego con 3.600 millones de euros. La forma de actuar lo dice todo. Los mercados financieros han comenzado a atacar ya a los bonos portugueses, en el convencimiento de que si ya casi se ha obtenido el apoyo a Grecia -lo que les reportará un gran beneficio: bonos a altos tipos con garantía europea- podrán conseguir dicho apoyo también para el caso luso. Y luego para el caso español. Pero nunca lo intentarán con Alemania, porque su actitud hacia el dinero público demuestra seriedad y que sus cuentas públicas serán siempre razonables, por lo que no necesitarán apoyo.

La actitud española ya genera la desconfianza que el Gobierno español intenta disipar, y el convencimiento de que sólo un apoyo nos salvará, porque gastando con esa alegría no hay cuentas públicas que aguanten. Lo más grave es que estos apoyos muestran la debilidad de las autoridades que, antes que asumir una suspensión de pagos, prefieren cargar a sus ciudadanos en favor de eso que llaman especuladores: unos individuos que lo único que hacen es hacer dinero con los errores de dichas autoridades. La próxima vez que un político se queje de los mercados o de los especuladores, dígale que no les dé de comer con cargo a su bolsillo. Todo lo demás está de más.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

martes, 27 de abril de 2010

¿Cuál es la primera división?

Nos ha dicho el usufructuario de La Moncloa, al que como recordarán le encantan los símiles futbolísticos cuando habla de la situación de nuestra economía, que: "No, España no bajará a la segunda división. Son tiempos difíciles, pero estaremos en primera división con los países fuertes". Lo más parecido a una clasificación de las principales economías del mundo son las dos últimas páginas del semanario económico inglés The Economist. En ellas pueden encontrar ustedes todas las semanas una lista de las cuarenta y dos principales economías del mundo.

En lo referente al desempleo, sólo la República Sudafricana nos supera con mucho, pues tiene casi un 25% de paro, pero nuestra segunda plaza no corre peligro porque, con un 19% de paro, el tercero, que es Turquía, está por debajo del 15%. Si miramos los últimos datos de crecimiento del producto interior bruto, estamos en el cuarto puesto de crecimiento negativo, decrecimiento, o por la cola. Como quieran verlo. Sólo nos supera Venezuela -la campeona-, Hungría y Dinamarca. Si miramos las previsiones de crecimiento del producto interior bruto, no tenemos nada que temer: nuestro cuarto puesto por la cola está asegurado, y formamos parte del grupo de sólo cuatro naciones para las que se pronostica crecimiento negativo. En él volvemos a estar con la nación hermana de Venezuela, y con Grecia y Hungría, de nuevo.

Si miramos la caída de la producción industrial, mejoramos: somos el quinto. Sólo en cuatro naciones la producción industrial cae más que en España. De menos a más caída son: Hong Kong, que aunque parte de China se trata separadamente en las estadísticas, Noruega, Dinamarca y, la campeona, Grecia. Sólo la inflación, que controla el Banco Central Europeo, presenta una tasa razonable, aunque es la segunda peor de la de los países de la zona Euro. Nuestro déficit comercial es el tercero del mundo, tras Estados Unidos y Gran Bretaña. Cuando miramos el déficit por cuenta corriente, subimos un puesto y sólo nos ganan los americanos. Este mismo déficit, medido en términos relativos, nos coloca en tercera posición tras Grecia y Sudáfrica. Y si nos vamos al déficit público, sólo nos supera Gran Bretaña.

Como ven ustedes, salvo en el criterio de la inflación, estamos siempre en el pelotón de cola. Ocho criterios que arrojan, insisto que por la cola, un quinto puesto, dos cuartos, dos terceros, un segundo y un primero. Todo esto entre las cuarenta y dos principales economías del mundo. No sé qué entiende el usufructuario por primera división.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

lunes, 26 de abril de 2010

En defensa de Goldman

Les recomiendo la lectura del artículo que don Lorenzo Bernaldo de Quirós publicaba ayer en el suplemento dominical de información económica del diario ABC. ¿Y por qué se lo recomiendo? Pues porque don Lorenzo es uno de los economistas más brillantes y originales de España, y haciendo gala de esa originalidad se despacha con un artículo en defensa de Goldman Sachs, ahora que se ha convertido en el chivo expiatorio de los errores de la Securities Exchange Comision, la autoridad supervisora de los mercados de valores en los Estados Unidos. He de decir que el miércoles pasado en este blog ya les dí yo algunos argumentos a favor de Goldman, pero don Lorenzo aporta otros nuevos y muy interesantes.

Me voy a centrar en uno de ellos: la calidad de los supuestos engañados por parte de Goldman Sachs resultan ser otros bancos internacionales. Es posible que un profesional altamente cualificado engañe a otro, pero eso ya no parece un problema de supervisión sino de tribunales ordinarios. Otro problema es definir bien qué es engaño, porque no sólo el que vende tiene la obligación de ser veraz en la información que facilita -lo contrario supone efectivamente engaño-, sino que el que adquiere tiene que plantearse si lo que adquiere es lo que quiere adquirir. Los que compraron los bonos de titulización hipotecaria preparados por Goldman Sachs no pueden decir ahora que ellos no esperaban que los impagos pudieran llegar a ser tan altos y que, por lo tanto, sus adquisiciones deben declararse nulas, y el vendedor debe reponerles las pérdidas que sufrieron.

Cuando alguien compra un título de deuda, y una hipoteca lo es, sabe que puede llegar a perderlo todo aunque eso sea poco probable. Si finalmente ese hecho poco probable ocurre, el comprador tiene que asumir las consecuencias. Las cautelas deben tomarse en el proceso de negociación, y es lo que se llama la 'diligencia debida'. Un comprador puede siempre pedir la nulidad de un contrato en determinadas circunstancias, no cabe duda, pero no puede oponer que sus expectativas respecto de lo adquirido no se han cumplido. Es un problema jurídico, que no es mi especialidad, pero que afecta a la Economía y sus instituciones. Si nos cargamos el Derecho no habrá recuperación económica posible, y ése es uno de los riesgos que se corren con algunos de los planteamientos que se siguen en la investigación contra Goldman Sachs.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

viernes, 23 de abril de 2010

En busca del pleno empleo

Es viernes otra vez por lo que, si pueden, acérquense a la librería a por un texto de un muy joven economista argentino, recién publicado, y cuyo simple título lo hace muy sugerente en estos tiempos que corren: En busca del pleno empleo, del profesor Adrían Ravier. El autor está formado con rigor y ortodoxia en la escuela austriaca de economía y, en concreto, en la cátedra que dirige el español Jesús Huerta de Soto en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que no es ya una promesa, sino un auténtico faro de iluminación del pensamiento económico en lengua española, con raíces en la escuela antes citada cuyo origen, como ya les he indicado en otras ocasiones, son nuestros escoláticos de la Escuela de Salamanca del siglo XVII, principalmente, y XVIII.

No es un libro apto para keynesianos porque muestra el cortoplacismo de las políticas económicas basadas, a su vez, en políticas monetarias y crediticias expansivas, como nos pasa ahora. Claro que para eso, y sin quitarle los muchos méritos que tiene al profesor Ravier, ustedes sólo tienen que leer al propio Keynes cuando afirmó que “a largo plazo, todos muertos” o a Ropke, en su teoría económica, cuando tildó no sólo de irresponsable al inglés, sino de inmoral porque estableció una metodología ayuna del más mínimo sentido de la responsbilidad. El texto pretende, además, hacer comprensible no sólo a los keynesianos, sino a otras corrientes de pensamiento económico con las que el autor se siente más a gusto -como los monetaristas o los nuevos macroeconomistas clásicos- que la cantidad de dinero no sólo tiene efectos nominales sobre los precios en la economía, sino que, en el largo plazo, tiene efectos reales sobre la misma, provocando deficientes asignaciones de recursos.

En román paladino, la liquidez abundante no sólo nos afecta porque puede crear inflación, subidas generalizadas de precios, sino porque puede generar variaciones relativas de los mismos, como ha ocurrido en España y en todo Occidente con la vivienda, donde los precios de estos activos han subido más que el resto. Este aumento relativo de los precios ha aconsejado a muchos empresarios a dirigir sus esfuerzos a un sector, el de la construcción, más allá de lo razonable, como podemos ver y los parados del sector constatan. Como ven, nada de más actualidad. Así que busquen el texto del profesor Adrian Ravier En busca del pleno empleo, y dedíquenle un buen rato. No se arrepentirán.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

jueves, 22 de abril de 2010

De banqueros y políticos

El profesor Stiglitz suele hablar mal de los bancos, lo que suele granjearle el favor del público. Muchos de ustedes me acusan de ser un poco probancario, lo que claramente no me hace el economista más popular. Así que me voy a explicar. Me gusta la banca. Me parece un noble oficio y he conocido a directivos bancarios que eran ejemplo de virtudes privadas y públicas. En esta crisis suelo acusar mucho a las autoridades porque me parecen más culpables que los banqueros, pero los banqueros tienen también mucha culpa.

En el caso español, porque tenemos la mitad del sector dirigido en última instancia por políticos: las cajas, pero además, porque el modelo económico mixto con el que nos hemos dotado en Occidente -una vez que hemos abandonado el comunismo o socialismo real, como le gustaba llamarse, porque realmente no hay otro socialismo que el soviético y siempre acaba igual-, se ha convertido en una confabulación del poder político y el económico. La competencia y la libertad sólo la quiere el empresario pequeño o el que comienza. El empresariado grande quiere siempre llegar a un acuerdo con el poder político que impida el acceso de nuevos empresarios al mercado y gozar de la ayuda pública si las cosas vienen mal dadas, con la excusa de que su caída sería una catástrofe.

La banca se ha convertido en un sector especialmente afecto al poder político y el poder político, con independencia de su signo, a su vez, se ha vuelto tremendamente afecto al sector financiero. Para ello, no tienen más que ver el volumen de ayudas que recibe bajo la excusa antes apuntada, después de haberse enriquecido llevando a cabo la política que las autoridades habían querido. Un sector, el financiero, fuertemente intervenido, porque todo sector que pretende la ayuda pública tiene que favorecer la intervención como modo de corresponsabilizar al Estado de sus errores y, eso, no cabe duda de que lo han logrado. Es posible que después de esto, mi popularidad se acerque un poco a lo de Stiglitz aunque no llegue nunca a alcanzarle.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

miércoles, 21 de abril de 2010

Las titulizaciones

Ahora que las autoridades norteamericanas acusan de fraude a Goldman Sachs por las titulizaciones, sería conveniente recordar qué son y por qué se hicieron. Las titulizaciones son un proceso por el que un prestamista hipotecario cede préstamos hipotecarios de su cartera a un fondo. El fondo, para poder pagarle los préstamos, emite bonos que coloca en el mercado, y con la liquidez que obtiene paga los préstamos que le han vendido. Los bonistas recuperan su inversión cuando el fondo cobra las hipotecas que le han cedido. Es cierto que en el proceso hay cuestiones poco claras como son la ocultación real de la calidad de las hipotecas cedidas al fondo, o la comercialización, no avisando del riesgo real a los bonistas.

Pero volvamos al tema. ¿Por qué los bancos titulizaron sus préstamos? Pues porque estaban muy endeudados y necesitaban liquidez y reducir endeudamiento. ¿Y por qué estaban muy endeudadas las instituciones? Pues porque los bancos centrales les prestaban a tipos bajísimos todo lo que quisieran, y eso es una tentación a la que un banquero no puede sustraerse fácilmente, pues cuanto más presta más gana. ¿Y por qué los bancos centrales prestaban tan bajo? Pues porque querían precisamente eso: que los bancos privados, actuando como franquiciados de su política, prestaran al mayor volumen de gente -lo que hacía que cada vez fueran menos solventes-, con la finalidad de que cada vez más gente accediera a la propiedad.

Esta cadena nos la explicó Greenspan hace una semana en el Congreso de los Estados Unidos, como recordarán de otro de mis comentarios. ¿Y esta política de acceso a la propiedad de los más humildes era equivocada? Pues la finalidad es buena, y el capitalismo ha permitido el acceso a la propiedad de cada vez más segmentos de la población, pero el mecanismo era malo. Las autoridades tenían que haber favorecido el ahorro de los más favorecidos para crear los fondos, para que los menos favorecidos se endeudaran para acceder a la propiedad. Sin embargo, se buscó un atajo menos esforzado: nadie tiene que ahorrar, nadie tiene que privarse de nada en el presente porque los bancos centrales fabrican dinero para todos. Ahora, esas clases desfavorecidas están sin empleo y sin casa, pero la culpa es de la voracidad de los bancos privados que se enriquecieron aplicando las políticas de los gobiernos que ahora acuden en su socorro.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

martes, 20 de abril de 2010

El que la haga, que la pague

El Ecofin que se celebró este fin de semana último en Madrid a pesar de los volcanes islandeses, ha traído interesantes propuestas en materia económica. Hoy vamos a centrarnos en una: la propuesta de que la Unión revise a priori las propuestas de prepuestos públicos que los respectivos gobiernos de los estados miembros someten a sus parlamentos. Esto admite toda una discusión de ciencia política sobre dónde queda la soberanía nacional de cada Estado, si sus parlamentos sólo pueden votar sobre aquello que la Unión les permite. Pero como no es mi especialidad no voy a hablar de ello, sino de las declaraciones de nuestra vicepresidenta segunda y ministra de economía. Ha dicho la señora Salgado que bien, pero siempre que no pueda el revisor vetar los presupuestos sino sólo manifestar su opinión.

Está claro que este Gobierno, que presenta presupuestos a las Cortes que sabe que no se podrán cumplir, o que los modifica por Decreto-Ley a mitad de año, no quiere una instancia que le fije el contenido de los mismos. Con independencia de los argumentos políticos apuntados de soberanía, me parece que si la Unión no puede censurar los presupuestos nacionales, tampoco debe responsabilizarse de los mismos, máxime cuando no se cumplen. Es decir: no tiene sentido que el gobierno griego haga lo que de la gana, incluso mentir y falsear sus cuentas, y luego pida a Europa ayuda.

Todos nosotros tenemos una experiencia económica que es perfectamente trasladable -aunque un buen progresista siempre les dirá que las cosas son más complejas- cuando uno se independiza económicamente de sus padres y tiene la agradable sensación de que no tiene que explicar a nadie en qué se gasta su dinero, pero también sabe que eso no tiene vuelta atrás. La verdad suele ser muy sencilla, a veces tanto que nos sorprende. Mi opinión es que la Unión no debe meterse en las cuentas de cada Estado mientras sea soberano, pero también que los gobiernos de cada Estado deben asumir los errores de su gestión o al infortunio frente a sus electores y no llamar insolidarios o racistas al resto de gobiernos cuando no les dan ayuda.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

lunes, 19 de abril de 2010

Principio y fin de las cajas de ahorros

El otro día escribía el profesor Velarde, a propósito de un libro que acaba de publicar Gaspar Ariño, sobre la situación de las cajas de ahorros. Velarde ve que la situación de estas instituciones está favoreciendo las tesis de los partidarios de su privatización como modo de solucionar los problemas de solvencia y buen gobierno que tienen. Así, denominaba a este proceso -si llega a darse- desamortización de las cajas de ahorros, que comparaba con las desamortizaciones que en el siglo XIX promovieron los Mendizabal y Madoz, y que sólo sirvieron para despojar a los más humildes de patrimonios que, aunque no les pertenecían -como eran los de la Iglesia y los comunales-, disfrutaban, en favor de la burguesía liberal.

Difiero sólo en una cosa con el profesor Velarde: el proceso no se iniciará con la privatización de las cajas, sino que se inició en 1977 con la Ley de Órganos Rectores de las Cajas, la LORCA, que otorgó a la clase política, si no la propiedad sí el control de estas entidades de crédito, violentando la institución recogida en nuestro Derecho Civil de la fundación. En la fundación, alguien, el fundador, decide renunciar a una parte de su patrimonio para ponerlo a disposición de un fin más allá incluso de su propia vida, indicando cómo debe gobernarse el mismo. La LORCA decidió olvidarse de la voluntad de los fundadores y atribuir el gobierno de esos patrimonios a los políticos. Ahora es difícil volver el proceso hacia atrás, y dado el fracaso parece que la privatización puede ser la solución, es decir: la conversión de las cajas definitivamente en bancos.

Las cajas las crearon los franciscanos en el siglo XV y eran eso que ahora a todos nos parece tan social y tan encomiable: el microcrédito. En los últimos treinta años nos hemos cargado esa banca social que eran las cajas de ahorros, y que tenía en España tres siglos de antigüedad, y ahora parece que ya no hay otra posibilidad más que convertirlas en bancos. Y todo esto se ha hecho en aras del progreso y del estado social. Sólo teníamos que respetar las instituciones que la tradición nos había dado para tener lo que buscábamos y nos hemos cargado.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

jueves, 15 de abril de 2010

Hacia la deuda pública europea

Es difícil entender que los políticos entiendan tan poco el mercado. Grecia colocó antes de ayer las emisiones de deuda pública que tenía proyectadas a tipos realmente altos: sus letras a un año se pagarán al 4,85% frente al 0,73% que está pagando a igual plazo España. Las solicitudes de títulos griegos superaron siete veces la oferta. Es decir, hubo demandas de títulos por parte de inversores que no fueron aceptadas por el Gobierno griego porque estaban dispuestos a prestar pero a más interés. En el futuro, estos inversores deberán bajar sus pretensiones si quieren comprar deuda helena. Eso sí, los que han comprado estas letras se han llevado un papel que, en principio, goza de toda la garantía europea, que no la griega, pero a un tipo estupendo.

El mercado está ahora virando hacia Portugal para crear la misma oportunidad: títulos con garantía europea y altos tipos. Portugal se comprometió a pagar ayer en una subasta el 1,72% por su deuda a dos años mientras que España paga el 1,52%. Por la deuda a diez años su compromiso fue del 4,34% frente al 3,88% español o el 3,23% alemán. Finalmente, dada la debilidad de los gobiernos europeos para asumir fuertes recortes de su déficit, lo que reduciría los tipos de interés a que se endeudan los mismos, y como son incapaces de negar el apoyo financiero de los países con menos problemas a los que más, los especuladores han encontrado el modo de obtener títulos con plenas garantías y alta remuneración: no acudir a las colocaciones de deuda de los países más débiles en el convencimiento de que al final la Unión Europea se hará cargo de dar garantía cuando los tipos hayan subido lo suficiente. Al final, la cuadratura del círculo: alta remuneración y bajo riesgo.

Los especuladores sólo hacen su trabajo: sacar rendimiento de los errores de los políticos. Es por eso que los políticos los odian tanto: les dejan de estúpidos. No haber socorrido a Grecia tal vez hubiera generado la suspensión de pagos griega pero, a cambio, los mercados habrían parado su estrategia que ahora pretenden repetir con Portugal, y así hasta que la deuda pública nacional de cada miembro de la Unión sea deuda de la Unión y goce de la garantía de la Unión, que no será mejor que la garantía alemana o la francesa, pero sí mejor que la garantía del resto de naciones. Lo que hay que ver es cuánto están dispuestos a aguantar Francia y Alemania, porque cada nueva garantía dada a otro miembro va contaminando la calidad de su deuda y el tipo que ellos pagan por la suya.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

miércoles, 14 de abril de 2010

El fresón onubense

El proteccionismo y el intervencionismo toman a menudo el disfraz de las causas aparentemente justas. Cuando de algún modo nos beneficia, la pasión nos impide ver el perjuicio que estamos causando a otros en particular, y al conjunto social en general. Para ilustrar de qué estoy hablando, les voy a comentar las aparentemente causas justas que un conjunto de partidos y movimientos ecoprogresistas suizos, bajo el lema “no es la temporada de la fresa”, están oponiendo al fresón onubense, que ha permitido a esa provincia española ponerse entre las más prósperas de Andalucía.

Acusan al fresón español de que es barato porque esconde costes ecológicos y sociales. Dicho así, ¿cómo puede un suizo socialmente responsable consumir un fresón que consigue su baratura escondiendo costes ecológicos y sociales? ¿Y cuáles son esos costes? Los costes ecológicos, parece ser, que es el derroche de agua con el que las cultivamos y el uso de pesticidas. Los pesticidas que se usen estarán admitidos por la Unión Europea, digo yo. Y el abuso de nuestra escasa agua, qué le importa a los suizos que tienen medio país nevado todo el año. Lo de los costes sociales se refiere a las condiciones laborales de los trabajadores porque, según los organizadores, en España no siempre se respeta la legislación laboral europea. Por último, se quejan los organizadores del agresivo marketing del fresón español en los supermercados, que desplaza de las mejores localizaciones a la producción agrícola suiza.

Como ven, un absurdo que queda de manifiesto cuando solicitan el consumo de frutas y verduras de temporada producidos localmente. La campaña contemplada al descubierto no es sino el intento de los agricultores suizos de defenderse de la competencia española en algo en lo que ésta ha resultado mejor para el consumidor, utilizando cualquier tipo de argumento, y entre ellos, los que más gustan a estos movimientos ecoprogresistas: los argumentos sociales, ecologistas y, por último, nacionalistas. Les aseguro que si me lo pidieran los productores de relojes españoles podría encontrar argumentos que demostrarían que la medida del tiempo en España no es la suiza y que, por tanto, no debemos comprarles relojes. Pero serían falsos.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

martes, 13 de abril de 2010

Previsiones optimistas del Gobierno (otra vez)

Hace un par de semanas me preguntaron acerca de las diferencias entre las tasas de crecimiento esperadas de la economía española publicadas por el Gobierno y por el Banco de España. Como supondrán ustedes la pregunta venía a cuento de que el organismo supervisor acababa de publicar unas cifras de crecimiento inferiores a las del Gobierno. Entonces comenté algo que ha pasado creo que desapercibido, tal vez porque la Semana Santa no es el mejor momento para hacer declaraciones o, tal vez, porque a nadie, salvo a mi madre, le interesan mis declaraciones.

Lo que creo que pasó desapercibido fue la cautela con la que el Banco de España se afirmaba en sus conclusiones. En concreto decía este organismo que para realizar sus cálculos había dado por buenas las previsiones sobre deuda y déficit públicos realizados por el Gobierno que es de quien dependen, al fin y al cabo, estos dos parámetros. A renglón seguido, el Banco de España añadía que tales previsiones de nuestro ejecutivo le parecían optimistas y que de ser peores, también serían peores, lógicamente, sus cifras de crecimiento. Ahora, varios servicios de estudios privados, públicos y de organismos multilaterales parece que se unen a esta tesis: la deuda y el déficit público españoles difícilmente serán los que dice el Gobierno español, sino que serán mucho mayores, lo que incidirá en unas cifra de crecimiento menores aún y en mayores tasas de paro que las que se están pronosticando.

Tal vez por eso el usufructuario de La Moncloa declaró ayer al Financial Times que va a reducir el déficit "al coste que sea". Expresión que ya demuestra su ignorancia porque, para reducir el déficit, precisamente lo que hay que hacer es no incurrir en costes. Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional, ya ha indicado que para 2014 España habrá bajado desde el noveno puesto hasta el duodécimo en la clasificación de países con mayor producto interior bruto del mundo. Seguiremos siendo ricos, pero relativamente menos. Lo grave es la fuerte caída: tres puestos en cuatro años, cuando para pasar del puesto décimo al noveno habíamos dedicado los últimos treinta y cinco años, porque subir es muy difícil pero caer no. Y si no, miren los últimos setenta años de la historia argentina.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

lunes, 12 de abril de 2010

El amor del Gobierno hacia la banca

Cuando Cleopatra, la reina egipcia de dinastía griega, le dice al trinvuro romano Marco Antonio que si de verdad le ama le diga cuánto, éste le contesta que es miseria el amor que puede ser contado. El amor de Europa a Grecia, uno de los ejes de nuestra civilización, sin embargo sí tiene medida: 30.000 millones de euros, que es lo que la Unión Europea se ha comprometido a poner a disposición del gobierno griego para evitar la suspensión de pagos. La cifra no sé si representa mucho o poco amor por parte del resto de los europeos hacia los griegos, de hecho la inflación de las cifras de las ayudas y los planes de rescate que las autoridades occidentales han emprendido en los últimos años nos han hecho perder la medida. Pero me gustará comparar todo el amor de Europa hacia la cuna de la democracia, con el amor de nuestro gobierno hacia la banca.

Sólo para una caja de ahorros en el centro de España las ayudas aprobadas -aunque hasta la fecha no se haya dispuesto de la totalidad de las mismas, pero también es probable que no se disponga de toda la ayuda aprobada para Grecia-, fueron de 9.000 millones. Es decir, una caja de ahorros española mediana-pequeña ha necesitado ayudas equivalentes al 30% de un Estado que cuenta con una población de 11 millones de personas. La verdad es que el amor de nuestro gobierno por la caja no es despreciable. Las ayudas aprobadas para el fondo de reestructuración ordenada bancaria, el FROB, para el conjunto de nuestro sector bancario en general, y las cajas muy en particular, fueron de 99.000 millones de euros, es decir 3,3 veces las ayudas aprobadas para el estado griego. La verdad es que es un amor grande el del gobierno por el sector de cajas de ahorros.

Los gobernantes griegos han insistido durante todo este periodo que España terminaría necesitando ayuda. No lo creo, pero esta claro que si la llegásemos a necesitar, y dado que no parece que nuestro gobierno haya mentido sobre su nivel real de déficit como sí ha hecho el griego, se produciría el absurdo de que Europa ayudaría a nuestro gobierno porque éste ayudó previamente a su sector bancario.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

viernes, 9 de abril de 2010

Lecturas sobre la historia del pensamiento económico

Algunos de ustedes me han comentado que les gustaría que les recomendase algún texto que les diese una visión general del pensamiento económico. Así que cómo es viernes, les voy a recomendar algo en este sentido. Y no les voy a recomendar un libro sino tres. Tres historias del pensamiento económico porque, como ustedes saben, para tener una visión general de las tendencias de una ciencia lo que hay que estudiar es la historia de esa ciencia, y en el caso de la Economía la historia del pensamiento económico.

El primero libro es largo y duro, de una profundidad dificilmente superable, y un clásico. Se trata de la Historia del Análisis Económico ,de Schumpeter. No siempre coincido con este autor, ministro de economía de Austria en el periodo de entreguerras. No llegó a comprender los errores científicos del socialismo que explicaban sus compatriotas Mises y Hayek, y cuando murió en Estados Unidos en 1950 no llegó a ver como, efectivamente, los países socialistas se fueron al traste por culpa de la planificación central de la economía.

El segundo libro, que es más fácil y algo menos grueso, me consta que es libro de texto en las facultades. Se trata del libro de los profesores de la Universidad de Auburn, Ekelund y Hébert, se titula Historia de la teoría económica y de su método, y da una visión general de todas las tendencias del pensamiento y el desarrollo del método económico hasta nuestros días.

Por último, un texto de los profesores italianos Screpanti y Zamagni, sensiblemente más corto que los anteriores, menos duro de leer, y no de menor calidad para mi gusto que el de Schumpeter, porque los temas que evita son prescindibles para los fines que nos proponemos, y mejor orientado que el de los profesores norteamericanos que resulta un poco ligero, aunque sea suficiente. Se trata del Panorama de historia del pensamiento económico.Así que ya ven, esta semana no un libro sino tres. Elijan uno o mejor los tres, pero ya les aviso que necesitarán, para cualquiera de ellos, algo más de una semana de apasionante lectura.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

jueves, 8 de abril de 2010

La defensa de Greenspan

Ayer habló Greenspan ante el Congreso de los Estados Unidos. Como recordarán, el señor Greenspan fue gobernador de la Reserva Federal de los Estados Unidos -el banco central norteamericano- desde 1987 hasta el año 2006. Fue allí a justificar las actuaciones del instituto que había dirigido hasta poco antes de que saltase la crisis financiera que venimos padeciendo, y fue interpelado por algunos congresistas que le acusaron de no haber previsto, primero, y pasado por alto, después, la crisis de las hipotecas subprime y el excesivo riesgo que habían asumido las entidades. Algunos le acusaron de haber favorecido la desregulación de los mercados, desregulación que sería, en opinión de los acusadores, una base de los problemas que nos acucian.

El señor Greenspan se defendió bien: dijo que, efectivamente, él era partidario de la desregulación, pero que ahí no estaba el problema, sino en la falta de capital de los bancos para el volumen de operaciones y riesgos que asumían. Es decir, los bancos estaban sobreendeudados. ¿Y por qué estaban sobreendeudados? Pues lo dijo de manera velada. Recordó a los congresistas que en su momento era una convinción generalizada de las autoridades que había que favorecer el acceso a la propiedad de la vivienda de capas cada vez mayores de la población. Por lo que se favoreció desde el poder político la aparición de sociedades de crédito hipotecario semi-públicas. Y sólo con estas afirmaciones el señor Greenspan, tal vez sin quererlo, porque le deja en mal lugar a él mismo, o queriéndolo, porque de paso dejaba en mal lugar a los congresistas, a los que acusó de desmemoriados, lo dijo todo sin decir nada más.

Está claro que estas sociedades semipúblicas de crédito hipotecario necesitaban el dinero para financiar las hipotecas, con el fin de obtener el dinero bien podrían haber acudido al mercado, pero los tipos de interés habrían subido ante la demanda de fondos tan alta que requería, por lo que habría sido difícil que los menos favorecidos tomaran a su vez crédito para viviendas. La solución fue otra: emitir moneda. La Reserva Federal emitió moneda, la puso en circulación bajando el tipo de interés al que prestaba y así hubo dinero para los créditos hipotecarios que ahora no se pueden pagar, porque cuando los precios de la vivienda comenzaron a hacerse insostenibles la Reserva Federal solicitó el reembolso de su dinero, y subieron los tipos. Y encima, se acusó a los bancos privados de sobreendeudarse.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

miércoles, 7 de abril de 2010

¡Qué vergüenza, sr. Pangalos!

La desvergüenza de los políticos puede llegar a no tener límites. Para ello sólo tienen que seguir las declaraciones con que los gobernantes griegos vienen obsequiándonos, cada vez que los gobernantes alemanes se muestran, o al menos eso parece, más reacios a hacer frente al desaguisado de la deuda griega. Ahora le ha tocado al señor Pangalos, viceprimer ministro griego, que acusa a Alemania de racismo al no querer ayudar a su gobierno, además de buscar aliados provocando el resentimiento de portugueses y españoles a los que nos vaticina el mismo problema: no podremos pagar nuestra deuda y, además, Alemania tampoco nos ayudará.

Mire usted señor Pangalos, lo mejor que le puede ocurrir a su gobierno es que España y Portugal no amenacen con ir a peor porque será más fácil, dado el tamaño de su nación, que reciba ayuda si todo se circunscribe a ella. No va a recibir su gobierno más ayuda, insisto, si se empeñan en extender su problema. Pero usted, además, asume una responsabilidad moral tremenda porque está encendiendo los odios dentro de la Unión.

Así, aunque le parezca mentira al político griego, puede empezar hasta una guerra civil, pero de las de verdad, como en Yugoslavia. No juegue con los complejos morales que todavía pueden subsistir entre los alemanes ni con la demagogía fácil cuando afirma que los griegos son muy trabajadores pese a lo que piensen los alemanes, porque los alemanes no han hablado nada de si los griegos son trabajadores o no. Nadie en la Unión Europea ha mentado, salvo usted señor Pangalos, si los griegos son más o menos altos, más o menos morenos o más o menos trabajadores. De hecho, nadie habla de griegos sino de su gobierno que se ha sobreendeudado y ahora, eso sí, los griegos tendrán que pagarlo porque son los responsables de haber elegido al gobierno que les gobierna. Y el gobierno que les gobierna, entre otras cosas, ha ocultado a la Unión Europea su situación contable durante años, incluso acudiendo a la contabilidad creativa. Ahora, por lo menos, no engañe más a su electorado que ya tiene bastante con tener que hacer frente al despilfarro de ustedes, y déjeles que elijan a otros. Como ven, los políticos se parecen mucho en todas las lenguas.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

martes, 6 de abril de 2010

Una buena noticia: aumenta el ahorro

Espero que hayan descansado en estos días en que recordábamos la pasión y muerte del Señor y celebrábamos su resurrección. Pero hete aquí, que ya estamos de nuevo en el quehacer diario y nos hemos encontrado con una buena noticia: las tasas de ahorro de los hogares españoles han llegado a máximos históricos: casi el 19% en 2009 y casi el 25% durante el último trimestre de dicho año. Ahorrar es buenísimo y no reduce, como afirman algunos, el consumo, porque lo que los hogares ahorran alguien lo toma prestado para invertirlo, que no es sino el consumo de bienes duraderos.

Lo que era insostenible era el excesivo consumo de la fase de crecimiento que se financió acudiendo al ahorro exterior y a la emisión de moneda por parte del Banco Central Europeo, el BCE. El endeudamiento exterior hay que devolverlo y si es excesivo no vendrá de más que nos apretemos el cinturón para reducirlo, así como su carga de intereses. La emisión de moneda del BCE está enterrada en ladrillos. Es decir, provocó una inflación no general sino particular: del mercado inmobiliario. La retirada de financiación del banco emisor europeo que venimos experimentando explica, en parte, la caída de los precios inmobiliarios, pero es que no se podía seguir inflando los precios sin límite.

Ya sé que suelen oir que hay que favorecer el consumo, pero ese es un error científico muy extendido en Economía desde que Keynes público su Teoría General. El ahorro, como saben todos aquéllos de ustedes que tienen alguna experiencia vital, propia o ajena, es la base del crecimiento y el sobreendeudamiento, antes o después, de la ruina. Lo que es un problema no es el ahorro porque, como ya les he dicho, lo que unos no consumen lo hacen otros, sino el atesoramiento: ese fenómeno que supone que alguien ahorra pero no pone lo ahorrado a disposición de los demás porque, por ejemplo, lo guarda en casa, como pasaba en otras épocas con la moneda metálica. Eso no está sucediendo, gracias a Dios, ni sucederá mientras tengamos confianza en nuestro sistema bancario.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.