lunes, 12 de abril de 2010

El amor del Gobierno hacia la banca

Cuando Cleopatra, la reina egipcia de dinastía griega, le dice al trinvuro romano Marco Antonio que si de verdad le ama le diga cuánto, éste le contesta que es miseria el amor que puede ser contado. El amor de Europa a Grecia, uno de los ejes de nuestra civilización, sin embargo sí tiene medida: 30.000 millones de euros, que es lo que la Unión Europea se ha comprometido a poner a disposición del gobierno griego para evitar la suspensión de pagos. La cifra no sé si representa mucho o poco amor por parte del resto de los europeos hacia los griegos, de hecho la inflación de las cifras de las ayudas y los planes de rescate que las autoridades occidentales han emprendido en los últimos años nos han hecho perder la medida. Pero me gustará comparar todo el amor de Europa hacia la cuna de la democracia, con el amor de nuestro gobierno hacia la banca.

Sólo para una caja de ahorros en el centro de España las ayudas aprobadas -aunque hasta la fecha no se haya dispuesto de la totalidad de las mismas, pero también es probable que no se disponga de toda la ayuda aprobada para Grecia-, fueron de 9.000 millones. Es decir, una caja de ahorros española mediana-pequeña ha necesitado ayudas equivalentes al 30% de un Estado que cuenta con una población de 11 millones de personas. La verdad es que el amor de nuestro gobierno por la caja no es despreciable. Las ayudas aprobadas para el fondo de reestructuración ordenada bancaria, el FROB, para el conjunto de nuestro sector bancario en general, y las cajas muy en particular, fueron de 99.000 millones de euros, es decir 3,3 veces las ayudas aprobadas para el estado griego. La verdad es que es un amor grande el del gobierno por el sector de cajas de ahorros.

Los gobernantes griegos han insistido durante todo este periodo que España terminaría necesitando ayuda. No lo creo, pero esta claro que si la llegásemos a necesitar, y dado que no parece que nuestro gobierno haya mentido sobre su nivel real de déficit como sí ha hecho el griego, se produciría el absurdo de que Europa ayudaría a nuestro gobierno porque éste ayudó previamente a su sector bancario.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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