miércoles, 30 de diciembre de 2009

Socialismo

Hoy no es viernes, pero aún así les envío a la librería, pues la semana pasada no tuvimos viernes, ni lo volveremos a tener en ésta. Además, es posible que algunos de ustedes, con un par de días que tengan guardados por ahí, puedan alcanzar hasta el día 7 sin reincorporarse a sus obligaciones, lo que les permitirá hacer frente a un texto para el que les anuncié que se preparasen estas Navidades, pues requiere un rato un poco largo.

Se trata de Socialismo, de Mises, que constituye la segunda recomendación que hago de este autor. El libro es un clásico publicado por primera vez en 1922, que tiene un gran mérito: demostrar científicamente la imposibilidad del socialismo o, lo que es lo mismo, de cualquier construcción social al margen del mecanismo de mercado. Mises anticipó hace casi 90 años que el sistema socialista se colapsaría, como así ocurrió hace veinte años, ante la imposibilidad de solucionar los problemas de asignación de recursos, propios de cualquier economía, dada la ausencia de precios libres que permitan el cálculo económico y la contabilidad.

Ya sé que los amigos de la tercera vía entre la sociedad libre y el intervencionismo -que siempre acaba siendo intervencionismo por la misma razón que el producto de un número positivo por otro negativo siempre da uno negativo- nos dirán que, si algo ha demostrado esta crisis es el fracaso del mercado. Pues no, señores, lo que ha demostrado esta crisis es que los sectores que han fallado son, fundamentalmente, los intervenidos y regulados, como es la industria financiera, y los que menos problemas nos han dado son los sometidos a la competencia más feroz: la electrónica de consumo y la informática son buenos ejemplos. Además, los ejemplos escogidos son buenos porque el grado de satisfacción del público con los fabricantes citados no tiene nada ver con el que tenemos de los banqueros, que han operado como franquicias del sector financiero.

El verdadero problema de la crisis ha consistido en no permitir que el mercado desplegase -ya lo he dicho muchas otras veces- su disciplina implacable, empleando para ello la ayuda pública para ocultar los errores de los bancos centrales. Pero bueno, lean a Mises y lean la obra que de él recomiendo esta semana: Socialismo, y luego entenderán por qué los Reyes Magos funcionan tan bien después de dos mil años: dependen de la iniciativa privada. Por último, no les voy a decir, como mi admirado profesor Iranzo: “Feliz 2012”, porque, si se contagian del optimismo de Mises, ustedes podrán hacer mucho por ustedes mismos desde ahora. No esperen al Estado. Feliz 2010.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario