miércoles, 23 de diciembre de 2009

Nos va a tocar la lotería, la de verdad

Pues si no les ha tocado la lotería, ya conocen el viejo refrán castellano: “No hay mejor lotería que el trabajo y la economía”. El refrán tiene más enjundia de lo que parece. Al fin y al cabo, sólo dice que únicamente podemos alcanzar grandes metas en nuestro consumo futuro sacrificando el consumo presente. Esto que es verdad en el nivel macroeconómico, o lo que es lo mismo, para el conjunto social, no tiene por qué cumplirse en el microeconómico, el individual. Así, si alguien necesita adquirir algo para lo que no tiene ahorrado, necesita que otro que sí lo tiene se lo preste. Y esta es la finalidad del sistema financiero, de los bancos y de las cajas. Hay individuos que necesitan hacer adquisiciones en el presente, por ejemplo un empresario, para las que no tienen el ahorro suficiente, que solicitan, bien directamente o bien a través de una entidad financiera, a aquéllos que los tienen.

Hasta aquí todo es correcto. Esto que les explico, para aquéllos que han estudiado economía, se resume en la vieja ecuación de que el ahorro debe ser igual a la inversión. Y así ha sido hasta que llegaron los keynesianos y pensaron que habían descubierto cómo solucionar esta restricción que nos impide comprar todo lo que queremos, y ahora. La solución consiste en que los bancos centrales fabriquen dinero que prestan a los bancos privados, que así no sólo disponen de los fondos que algunos ahorraron, sino de unos más amplios. Así las cosas, ya podemos consumir ahora lo que ni hemos ahorrado nosotros ni ha ahorrado nadie.

Esto ya tendría importancia por sí sólo porque el aumento de la cantidad de dinero provoca inflación, pero es que, además, provoca una desvalorización de los fondos efectivamente ahorrados por algunos, pues lo que es abundante pierde valor. Así se va desincentivando la virtud moral del ahorro, y las autoridades recurren cada vez más a la emisión de dinero. Este es el fondo de la crisis, pero no de la actual -que no es sino un episodio pasajero en una más amplia-, sino que lo es de la crisis más global que sufre Occidente. Pero bueno, olvide esto que no son sino reflexiones de un profesor de Economía, porque mañana por la noche a usted y a mi nos va a tocar la lotería, pero de verdad, cuando nazca el Hijo de Dios.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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