miércoles, 16 de diciembre de 2009

El problema de las cajas de ahorros

Pues ya la hemos liado: cinco cajas de ahorros, sin contar con la intervenida, han publicado pérdidas. De momento todas pierden porque las pérdidas por morosidad son abultadas, pero ninguna porque sus gastos corrientes superen a sus ingresos corrientes. Sin embargo, ya hay alguna en la que este margen es muy estrecho y que, de seguir así, no necesitará siquiera que los clientes no paguen para comenzar a tener problemas. El año que viene será peor aún y es posible que después de que ya hay seis cajas en pérdidas, no haya que esperar tanto, y en los resultados de fin de este mismo ejercicio algunas publiquen números rojos.

¿Es esto una prueba de que las cajas de ahorros deben desaparecer como algunos defensores de la libertad de mercado defienden? En mi opinión, no. La banca puede llevarse a cabo por instituciones con forma de sociedad anónima -los bancos-, con forma de cooperativa -las cajas rurales-, o con forma de fundación -las cajas de ahorros-, sin que haya motivos para que después de más de trescientos años de historia de las mismas en España, tengamos que censurar la existencia de esta última forma. Las cajas de ahorros tienen una forma diferencial respecto de las otras dos: no hay propietarios, lo que puede favorecer determinados comportamientos perniciosos para la supervivencia de las mismas y para sus depositantes. Sin embargo, su historia demuestra que pueden sobreponerse a los mismos.

El gran problema de las cajas de ahorros ha sido la interferencia política, la entrega al poder político de la gestión de las mismas, porque las cajas de ahorros, no lo olvidemos, no son públicas como no lo son las fundaciones. Hemos hablado mucho de las ayudas a la banca, pero en España, salvo los adelantos de liquidez que hizo el Estado a través del Fondo de Adquisición de Activos Financieros, las ayudas, a través de lo que se ha dado en llamar el FROB, sólo han ido a una caja de ahorros, y las que se están debatiendo son sólo para cajas de ahorros, porque lo políticos necesitan ocultar sus vergüenzas como gestores mientras se quejan del mercado y de la codicia de los banqueros. Aquí, la quiebra de alguna caja tampoco habría venido mal para que entendieran (los políticos) lo que es la disciplina del mercado cuando pasearan por las calles de sus ciudades, en lugar de intentar convencernos de que las ayudas se han aprobado para corregir los errores del mercado que tenían nombres y apellidos: los suyos.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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