lunes, 28 de diciembre de 2009

El bombo catalán

Para los amigos de la intervención, el azar nunca ha sido justo; porque responde a esa imagen clásica de la Justicia en la que se la representa como una mujer con los ojos vendados cuando, según ellos, debería tener vendado sólo uno para poder evaluar con el otro lo que ellos entienden como méritos. Uno de los méritos que más suele gustar a los amigos del intervencionismo es el de la territorialidad, que unas veces es la excusa para la discriminación, que adjetivan de positiva, y otras veces para la igualdad más ramplona.

Ahora han sido los amigos de Esquerra Republicana de Cataluña los que han escogido el criterio de la territorialidad para exigir la igualdad de las distintas regiones de España en aras de la Justicia, entendida a su manera. En concreto, han presentado una iniciativa legislativa en las Cortes españolas y en el Parlamento catalán para que se asegure que Cataluña percibe un porcentaje del conjunto de los premios de la Lotería Nacional igual a su participación en el producto interior bruto español, con el fin de que no vuelva a pasar lo del pasado día 22, en el que la Comunidad de Madrid arrambló con el 40% del total de los premios, así como con diez de los catorce primeros, en el sorteo de Navidad.

Para ello, han propuesto la creación del denominado 'bombo catalán', que imaginamos que será cantado en dicho idioma, en todos los sorteos, ya sean por el método tradicional, que se utiliza en el sorteo de Navidad que ha generado la discordia, o el moderno que se utiliza en el resto de los sorteos. En el bombo catalán estarán sólo los números vendidos en Cataluña, de tal modo que se les asegure el porcentaje mínimo antes apuntado, pero junto a dicho bombo, los números también estarán en el bombo nacional, como modo de que si la suerte es más favorable que el criterio de equidistribución, a Cataluña le corresponde esta última proporción. El problema, de acuerdo con una interpelación de Coalición Canaria, se plantea respecto del tratamiento que deben recibir los números adquiridos por no residentes en Cataluña en el resto de España o el de los adquiridos en Cataluña por residentes en el resto de la Nación. Vamos, un lío.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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