lunes, 4 de enero de 2010

Restaurar la responsabilidad

Pues ya estamos en el 2010, año que las agencias gubernamentales y multilaterales dedicadas al estudio de la Economía, pronostican como de recuperación en general, pero no así para España. Tampoco hagan mucho caso, porque los pronosticadores en Economía, como dice nuestro Gobierno, se equivocan mucho, aunque tal vez habría que recordarle que menos que él.

Sin embargo, no quería hablarles de esto, sino del síntoma de esperanza que, para Occidente, puede ser la actitud del electorado de Islandia, esa pequeña y fría isla donde apenas viven 320.000 almas. Recordarán que este país sufrió hace apenas veinte meses una crisis de su sistema bancario sin parangón en el resto de Occidente, que llevó incluso al Estado islandés a la bancarrota. Pues bien, la semana pasada su parlamento aprobó por 33 votos contra 30 un paquete de ayudas para que la banca nacional pueda hacer frente a sus acreedores extranjeros, y contra este plan ha firmado una cuarta parte del electorado, que se niegan a hacer frente al error de sus banqueros privados, incluso si, como parece, han actuado como correas de transmisión del banco central islandés.

Esta contestación ha sido posible, tal vez, porque en un país pequeño la gente es capaz de comprender que la deuda pública la tiene que pagar ellos. En concreto, los islandeses asumen, si el plan va para adelante, 12.000 euros de deuda por individuo, por lo que los firmantes han dicho que deben ser los acreedores de los bancos -básicamente ingleses y holandeses- los que asuman el error en su decisión al seleccionar sus inversiones.

Espero que los abajofirmantes islandeses consigan revocar la decisión de su parlamento y que este ejemplo cunda en Occidente, porque así se restaurará la responsabilidad, cuya ruptura es el problema del sistema económico con el que nos hemos dotado. Si siempre va a haber un conjunto de contribuyentes para reponer las pérdidas que pueda experimentar un inversor, y un inversor somos ustedes y yo cuando contratamos, por ejemplo, un fondo de inversión, volveremos a repetir esta crisis en breve pero a lo grande. Los vikingos pueden estar actuando con frialdad, pero llevan razón: sus bancos y, tal vez su banco central, así como los acreedores de éstos, deben asumir sus errores y el infortunio. Este es el verdadero camino de la recuperación.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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