jueves, 7 de enero de 2010

Devolver el protagonismo económico a los individuos

Está claro que es compatible atacar al Gobierno con la bondad. La mejor prueba son mis zapatos ayer, tras el paso de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente: nunca había recibido yo tantos regalos a pesar de mis fuertes ataques a la institución del gobierno, en general, y a nuestro actual Gobierno, en particular. Está claro que los Reyes Magos no han considerado como falta mía dichos ataques. Pero no soy el único que se mete con nuestro Gobierno, y ayer mismo, como regalo de reyes, Financial Times se despachaba con un artículo cuyo titular ya es un buen trozo de carbón para el usufructuario de La Moncloa: “Una España torpe guiará Europa”.

Me duele el titular, porque lo que es torpe no es España sino el que la guía, que ahora, para colmo, pretende también guiar Europa, pero claro: de los señores con los que nos hemos estado batiendo durante siglos en todos los mares del mundo, no podíamos esperar que tuvieran la misericordia de distinguir entre gobernantes y gobernados, tratándose de españoles todos. El periódico inglés incide en algo que los sufridos mártires del electorado español sabemos: que la economía, y por ende los verdaderos problemas que nos aquejan en nuestra vida diaria, le importan poco al usufructuario, que basa su agenda política siempre en problemas que se inventa para luego ni siquiera resolver.

Esta actitud, que llega al paroxismo en nuestro actual Gobierno, es, sin embargo, más corriente de lo que creemos en toda nuestra clase política (y aquí incluye a toda la que gobierna Occidente o la Cristiandad, como deseen llamar a nuestra civilización). Es muy corriente, porque la progresía no se atreve a reivindicar la planificación central en economía y el fin de la propiedad privada en alta voz, ni a decir que conocen la solución a los problemas económicos, después del fracaso de los países de Europa del Este. Sin embargo, eso no les impide querer alcanzar los mismos fines pero de manera menos cruenta: achacando todos los males de lo que nos pasa a la libertad y responsabilidad individual, y a la falta de medios de que disponen para entregarnos la tierra prometida.

La gran reforma económica, la reforma estructural que necesitamos, pasa por devolver el protagonismo de las decisiones económicas a los individuos, y quitarle dicho protagonismo a los Estados. Dentro de seis meses, Europa estará peor que ahora. Lo estaría aunque no la dirigiese nuestro español discutido y discutible, pero lo que sí es verdad es que no lo estaría tanto.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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