martes, 26 de enero de 2010

Tenemos una economía dopada

Recordarán que una de las discusiones sobre la crisis que venimos padeciendo era si tenía forma de U (caída, estabilidad y subida), de V (caída y subida), de L (caída y estabilidad) o, incluso, de I latina (caída sin fin). Ahora va el Banco Mundial y nos avisa de que será en W, forma que tampoco se descartó en las discusiones y que supone que tras la recuperación que venimos experimentando, o al menos eso dicen, volveremos a caer. Vamos, que la economía comienza a parecer una montaña rusa. La nueva recesión comenzaría, según dicha organización, durante la segunda mitad del presente año. La caída se explica por la retirada de los estímulos fiscales y monetarios que prevé se producirán.

En el fondo, el Banco Mundial nos está advirtiendo de algo que ya encontramos en el último informe trimestral del Banco de España: que las autoridades no ven claro cuándo van a poder retirar las ayudas que han introducido en el sistema, pero son conscientes de que habrá que retirarlas porque lo que tenemos no es una economía sana sino una economía dopada. Otro escenario que parece no contemplar el Banco Mundial es que las ayudas se mantengan, lo que nos llevará a una situación similar a la de la economía japonesa, que lleva veinticinco años sin levantar cabeza.

Las medidas de apoyo público no son solución, sino volver a la situación previa a la crisis y que no puede mantenerse ad infinitum introduciendo cada vez más apoyos públicos. Estos apoyos sólo pueden llevarnos a una cada vez mayor concentración de los poderes públicos y económicos que tendrán dos consecuencias: una económica y otra política. La económica será que se reducirá la eficiencia de los sectores intervenidos, lo que irá en detrimento de los consumidores. La política, que se reducirán las libertades públicas en general. Recuerden que sólo los empresarios de menor tamaño creen en la competencia, los de mayor tamaño sólo creen en las barreras de acceso al mercado entre las que se encuentra la definición de un tamaño mínimo para operar en los mismos y su establecimiento por ley. Ellos ya tienen ese tamaño mínimo y lo mantienen con las ayudas públicas en todas sus formas.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno

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