jueves, 20 de mayo de 2010

¿Quién financia la deuda española?

Antes de ayer colocó el Tesoro español casi 6.500 millones de euros en letras. Dicho en román paladino, el Estado refinanció una parte de su deuda a corto plazo. Los tipos de interés para esta financiación a corto, que se instrumenta en las denominadas Letras del Tesoro, casi se duplicó respecto de la última colocación que se realizó hace sólo un mes. Los tipos vinieron a subir un 0,85% de media, por lo que la broma hará que el coste de esta colocación sea más de 55 millones de euros más cara que la anterior. Teniendo en cuenta que la colocación del otro día es apenas poco más del 1% de lo que debemos, esta subida trasladada a toda la deuda que vayamos refinanciando en los próximos meses puede venir a costarnos casi 4.000 millones de euros anuales de intereses adicionales. Casi nada.

Es decir: 90 euritos adicionales por español y año. Vamos, que la subida de los tipos de interés que nos exigen en los mercados los ahorradores, se come para los dos próximos años la mitad de los recortes aprobados por el Gobierno. Sin embargo, si el Gobierno hubiera gastado menos en el pasado y los ahorradores hubieran temido menos por sus inversiones en deuda pública en España, los tipos habrían caído y eso que se habrían encontrado nuestras autoridades para hacer frente a su cacareada política social. Es fácil de entender, incluso para un individuo que aprendió economía en dos tardes.

Los ahorradores, por cierto, que financian la deuda española, son a veces españoles y a veces no. A veces son particulares directamente y otras a través de fondos de pensiones e inversión. A veces son aseguradoras para hacer frente a sus compromisos con los asegurados y a veces bancos diversificando, porque no todo va a ser invertir en ladrillo. Cualquier empresario sabe que la deuda puede ser necesaria para crecer, para anticipar consumos e inversiones que se presentan más necesarios ahora que en el futuro, pero también sabe que el negocio tiene que generar beneficios muy holgados antes del pago de los intereses para hacer frente a los mismos. Si no es así, se entra en el proceloso mundo de la refinanciación y los intereses crecientes, que al final matan cualquier gallina de los huevos de oro. Otra cosa es jugar a la gallinita ciega.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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