jueves, 13 de mayo de 2010

Lo de ayer sabe a poco

Ayer mismo les hablaba de los ajustes que habían realizado Grecia y Rumania para salvar su situación económica, y les iba yo preparando así el cuerpo para las que unas pocas horas después anunció el usufructuario de la Moncloa. Creo que debemos de felicitarle, no por la diligencia, que ha sido escasa, pero sí al menos por haber corregido el rumbo de su política económica. Sin embargo, creo que todavía se podrían haber hecho algunas cosas más y algunas de ellas sin grave perjuicio, como podría ser introducir el copago en las prestaciones sanitarias o reducir la publicidad institucional, gasto superfluo que se utiliza para la propaganda a favor del partido gobernante. Es, además, necesaria la rapidez en las tres vías de actuación que el usufructuario anunció: reforma laboral, reforma de pensiones y reforma del sector de cajas de ahorros, y abrir una vía nueva: reforma del modelo territorial español.

Como les dije ayer, Grecia va a reducir a una cuarta parte, es decir un 75%, los entes públicos locales y territoriales. España también debería hacer algo parecido. Claro que eso supondría una generosidad por parte de la clase política española que nunca se le ha conocido. El discurso del Presidente del Gobierno merece ser leído, sobre todo la fase final. Tiene reminiscencias churchilianas porque nos exige a todos un esfuerzo, y reconoce que es la gente corriente la que sufre las crisis y la que tiene que soportar los esfuerzos para el porceso de recuperación. Y se agradece la sinceridad, dado lo mucho que miente este presidente.

Sin embargo, hay cosas que olvida o desconoce. La crisis no la provocaron un grupo de ricos y poderosos que el presidente no consigue identificar de manera precisa, porque sólo existe en su imaginario. La crisis la provocaron los gobernantes, un grupo de poderosos de los que él forma parte, porque no entiende lo que es la libertad.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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