lunes, 1 de febrero de 2010

La incertidumbre de las pensiones

No seré yo quien critique al Gobierno por retrasar la edad de jubilación. Nos guste o no es una medida necesaria. No podemos pensar que vivimos en los años 70, cuando los jubilados apenas cobraban sus pensiones durante media docena de años después de haber trabajado, en muchos casos, casi cincuenta, y en todos, más de cuarenta. Ahora, comenzando a trabajar no antes de los 25, pretendíamos cotizar unos treinta y cinco años y cobrar pensión durante veinte o más. Eso, señores, no es posible, salvo con cotizaciones muy elevadas o pensiones muy bajas. Otra cosa es que usted se sienta estafado porque los gobiernos de turno vienen cambiando las reglas de juego de su pensión a mitad de partido cada pocos años, con lo que usted no tiene seguridad de lo que finalmente le va a corresponder.

Y es que usted se siente estafado porque los gobiernos le estafan. El método de reparto que se utiliza para establecer nuestras pensiones públicas es exactamente el método Ponzi, por el que el susodicho señor Ponzi pasó una temporada en prisión: el pago a los primeros que entran en el sistema se realiza con las aportaciones de los últimos. Un sistema de estas características sólo puede mantenerse con incrementos continuos de la población, mayores cuanto más años y más importe se aspira a cobrar. Esto no ocurre en un sistema privado, y no ocurre porque el Estado le exige que se definan bien los derechos de propiedad de los partícipes, si no quieren los gestores privados vérselas con el Código Penal. De este modo, en el sistema privado, usted puede ver a cuánto ascienden el valor de las aportaciones que ha realizado en cada momento, lo que se denomina sistema de capitalización, y planificarse en función de sus aspiraciones y posibilidades.

En el sistema público, esto no es posible: usted no está seguro nunca de lo que le va a quedar al final, lo que incentiva en muchos casos a escatimar aportaciones a favor de la previsión privada. Los gestores públicos de las pensiones no tienen ninguna responsabilidad por sus actos más allá de perder las elecciones, por lo que siempre prefieren mentirnos que enfrentarnos a la realidad. Así que para una vez que nos dicen algo razonable, aunque sea duro, aceptémoslo, pero comencemos también a exigir gente más responsable al frente de nuestras pensiones.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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