miércoles, 24 de febrero de 2010

Quintás vs Banco de España

Ayer hizo Don Juan Ramón Quintás, presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), unas declaraciones que fueron muy criticadas, probablemente por mal entendidas. Tengo al profesor Quintás por un buen economista, que en esta fase final de su vida profesional se está despachando a gusto diciendo lo que nadie se atreve a decir, aunque personalmente en este caso no comparto del todo lo que dijo.

Criticó el señor Quintás la medida del Banco de España de forzar a las entidades a reconocer una pérdida del 30% para los inmuebles que permanezcan más de un año en balance. Criticó la medida porque dijo que podría provocar un colapso del mercado inmobiliario al aumentar la oferta de inmuebles de manera súbita, lo que a su vez podría ser un problema, tanto para este mercado como para las entidades financieras que verían sus activos inmobiliarios caer de precio. Los críticos le han dicho que lo que no quiere es rebajar los precios de los inmuebles que las entidades atesoran como modo de sostener los mismos. Las consecuencias de la medida, como afirma Don Juan Ramón, son de difícil previsibilidad. La misma, en cualquier caso, no puede provocar una caída de los precios de más del 30% en los inmuebles si fuera verdad que las cajas de ahorros están ocultando pérdidas, como afirman algunos, y que dichos precios debieran ser inferiores en más de un 30%, como afirman otros. La solución, ni tan siquiera está en, como ha pedido el presidente de la CECA, un estudio de las consecuencias de la norma, como si los valores de las cosas pudieran sostenerse por artificios contables o intervenciones concertadas de los agentes. La solución estaría en que las entidades no tuvieran incentivos de valoración contable a tener los inmuebles en su balance o fuera de él, y eso sólo se consigue aplicando simplemente la normativa contable en vigor: los inmuebles no pueden figurar en contabilidad por encima de su valor razonable, es decir aquél por el que dos partes libremente lo intercambiarían. Es posible que hoy sea difícil estimar dicho valor, pero también es verdad que en los últimos años nadie se ha preocupado de si la normativa contable en vigor se estaba aplicando con rigor o si, como tantas cosas últimamente, dejábamos pasar el tiempo a ver si se arreglaban las cosas por sí solas.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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