lunes, 15 de marzo de 2010

El mercado funciona

Lehman Brothers presentó declaración de quiebra el 15 de septiembre de 2008, hoy hace justo año y medio. Y eso es lo mejor que se pudo hacer con semejante conjunto de comportamientos, no ilegales sino inmorales, a la vista del informe que ha presentado la firma legal encargada por un juzgado de Nueva York de estudiar lo ocurrido. En unos días se cumplirá el primer aniversario de la última intervención de una entidad de depósito española. Me temo que dentro de seis meses seguiremos sin saber nada a pesar de que la entidad intervenida es infinitamente más pequeña que el banco norteamericano que les he citado. En cualquier caso, las consecuencias del informe presentado al juzgado de Nueva York no se harán esperar.

Recuerden, si no, lo que ocurrió en el caso Enron: se descubrió que el comportamiento de la auditora, la primera del mundo en aquel momento, había dejado mucho que desear y desapareció de la faz de la Tierra en pocas semanas, menos de un mes. Ahora, parece que la firma auditora actúo al menos de manera negligente, no podemos afirmar que dolosamente como en el caso Enron, pero esa será suficiente para desatar una cadena de responsabilidades, que en Europa desconocemos, y que se llama sociedad libre o mercado, que explica por qué al otro lado del Atlántico se recuperarán antes a pesar de la FED, la Reserva Federal, que ha decidido europeizarse. Lo mismo puede que le llegue a pasar al despacho de abogados que Lehman Brothers tuvo que buscarse en Londres, porque en Estados Unidos nadie se prestaba a ello, para bendecir las prácticas que le permitieron contabilizar las cosas de tal modo que pudo seguir engañando a todo el mundo un ratito más. No les hablo de otros que reciben lo suyo en el informe: el supervisor norteamericano y las agencias de calificación.

Ya sé que algunos de ustedes me dirán que cómo afirmo que el mercado funciona después de que el auditor, el abogado y el calificador de crédito aparezcan, como suele decirse, pringados. Pues porque el mercado no consiste en que los comportamientos inmorales no existen, sino en que tienen consecuencias y graves. Exactamente lo contrario de lo que ocurre cuando se produce la intervención pública. Y si no me creen, hablamos en seis meses.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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