martes, 30 de marzo de 2010

La galleguidad como argumento

Les dije ayer que esta semana sería de pasión para alguna caja amenazada de intervención, salvo que llegase a algún acuerdo de fusión, y hete aquí que anoche, el presidente de la Comunidad Autónoma de Galicia anunció la fusión de las dos cajas de ahorros de la región: Caixanova y Caixa Galicia. Anuncia algo, que le guste o no, no está del todo en sus manos, porque como reconocía deben aprobarlo los consejos de administración de las dos instituciones, y hay algunos problemas. Una de las cajas, la que parece que está mejor, exige unas ayudas públicas mayores y más baratas, porque el tipo de interés que se aplica a estas ayudas es alto, alrededor del 7% o el 8%, de acuerdo con el riesgo de las operaciones y las exigencias de la Unión Europea. La otra caja no tiene siquiera aprobadas sus cuentas anuales e informe de auditoría de 2009, y tiene de plazo legal hasta mañana y parece que no será mañana cuando las apruebe. Vamos, que todavía le dan un disgusto al señor Feijoo y alguien le demuestra que en Galicia, a parte de él, también está el apóstol Santiago y no siempre todo sale como quiere.

Pero lo más importante para mí son los argumentos de tipo técnico-económico que se han utilizado: la operación está basada en la solvencia, lo que parece razonable, y lo que es más importante: la galleguidad. La galleguidad es un argumento para justificar una operación que debiera ser sólo económica y si fuera política, en el noble sentido de esta palabra, debiera hablarse del bien común. Pero como lo que se utilizan son argumentos bastardos en lo político, porque los económicos no se exigen en el fondo, el bien común nos trae al pairo, y exigimos la galleguidad para justificar la operación.

Imagino que una entidad tan gallega como la resultante no cobrará intereses a los gallegos por sus préstamos y les pagará el doble de los depósitos, mientras que a los no gallegos nos tratará peor. ¡Ah! ¿no? la galleguidad no supondrá una discriminación a favor de los gallegos porque la caja se iría al garete. Pues entonces, ¿de qué estamos hablando, señor Feijoo? Pues de lo de siempre, que usted ha ganado las elecciones y le han tocado dos cajitas en suerte y no las va a soltar.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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