miércoles, 15 de septiembre de 2010

El fracaso de las políticas de demanda

Hoy les voy a proponer que miremos más allá de nuestras fronteras, y nos sacudamos las discusiones de bajo tono que, en materia económica, mantenemos en general en España. Para ello, les propongo que nos planteemos la discusión que se sostiene estas últimas semanas en Estados Unidos, acerca de la educación universitaria privada. Sobre esta industria, ha declarado un antiguo gestor de hedge fund -esas instituciones que representan mejor que nadie, el prototipo perverso que algunos medios de comunicación aplican a la especulación financiera-, que es más destructiva socialmente que la de las hipotecas sub-prime. Y esto lo ha declarado ante el Congreso de los Estados Unidos después de abandonar el mercado financiero para dedicarse al educativo.

El Congreso norteamericano está investigando el fuerte incremento en los impagos de los préstamos públicos a estudiantes, para realizar estudios superiores. Estos impagos han alcanzado unas cifras elevadísimas, como consecuencia de una política pública de facilidad crediticia durante los años previos a la crisis -como hicieron con los préstamos para adquisición de vivienda-, y la voracidad comercial de las universidades privadas en la captación de nuevos alumnos. El esquema del mercado inmobiliario se ha reproducido en el mercado educativo superior privado norteamericano. A saber, unas autoridades que se plantean un objetivo plausible: que más amplias capas de la población accedan a una vivienda y educación mejor; un incremento de la financiación fácil que, desde los bancos centrales y las sociedades hipotecarias semipúblicas en un caso, y desde las autoridades públicas educativas en otro, se inyecta en el mercado a través de compañías privadas -los bancos y las universidades-; una inflación de precios y de títulos académicos; y, finalmente, una alta morosidad.

El Estado, con sus políticas dirigidas, empobrece a la población y enriquece temporalmente a determinados sectores empresariales que ahora, además, se encuentran con un exceso de capacidad instalada y la amenaza de quiebra. De las acciones en bolsa de los bancos no les hablo porque ya saben ustedes que han caído mucho. Las de las universidades privadas entre el 50% y el 70% en los últimos meses. Ambas políticas fracasadas son ejemplos de lo que defienden los socialdemócratas: políticas de demanda, es decir, políticas en las que desde el presupuesto público, utilizando muchas veces el sector privado como correa de transmisión, se aumenta artificialmente la adquisición por parte del público.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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