viernes, 27 de noviembre de 2009

La fatal arrogancia

Pues como es viernes de nuevo ya saben lo que toca: ir a la librería y adquirir un libro. Esta serie de reseñas comenzaron, como recordarán, con Camino de servidumbre, de Federico Hayek, y hoy continúa con el mismo autor y un libro escrito mucho después del anterior pero que puede considerarse la culminación de aquel: La fatal arrogancia. Este texto está escrito por un Hayek ya maduro -fue su último libro- y fue publicado en 1988, cuando el autor tenía 89 años. Le llevó diez años realizarlo, pero no piensen por ello que es un texto largo porque no sólo la claridad es la cortesía del filósofo, sino también la brevedad.

La fatal arrogancia está escrito 44 años después de Camino de servidumbre, y 14 después de recibir el premio Nobel de Economía, muestra y demuestra que la visión política tendente a diseñar y organizar la sociedad mediante medidas coactivas para alcanzar los fines, supuestamente beneficiosos, que las autoridades creen que necesitamos, es un error científico que nos lleva a la descivilización, es decir, al final de la civilización. Es por ello que el subtítulo del libro es Los errores del socialismo. Para Hayek, la civilización nace con la propiedad privada y se desarrolla con el orden espontáneo que caracteriza a la sociedad libre, en la que los individuos intentan alcanzar sus fines interactuando con los demás. Los socialistas, o constructivistas como prefiere llamarlos muchas veces el autor, creen conocer lo que es mejor para el conjunto e intentan imponerlo a los individuos que lo conforman, por ello, la fatal arrogancia.

Todo el libro es muy interesante, pero de manera especial el capítulo último -apenas diez páginas-, en las que Hayek, agnóstico declarado, explica que sólo las religiones que defienden la familia y la propiedad han sobrevivido (por lo que el autor auguraba la pronta caída del comunismo como religión un año antes de la del Muro de Berlín) y que el valor de la moral asociada a dicha defensa y su personificación antropomórfica en Dios, son la causa de la sobrevivencia de la sociedad libre, por lo que anima a los creyentes a continuar en la búsqueda de la verdad, porque de ello puede depender la supervivencia de nuestra civilización. Personalmente creo que esa perseverancia es la oración. Recuerden el libro: La fatal arrogancia. Los errores del socialismo, de Federico Hayek.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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