viernes, 14 de octubre de 2011

De bancos y autoridades

Las propuestas de recapitalización del presidente de la Comisión Europea, señor Durao Barroso, no parecen haber gustado a todos. A mí tampoco, pero eso como comprenderán carece de importancia. Sin embargo, quisiera resaltar también que hay cosas que me han gustado, aunque esto también carece de importancia. En primer lugar, me parece que era redundante decir que los bancos infracapitalizados no deben pagar dividendos. Esto, al menos en España, ya es así y sospecho que en las regulaciones de nuestro entorno también: las entidades con déficit en recursos propios no pueden pagar dividendos porque eso reduce aún más sus recursos propios. Es de cajón. De hecho las autoridades tienen que aprobar estos repartos. Otra cosa es si en alguna ocasión los han aprobado habiendo déficit por aquello de que no cunda el pánico. Lo segundo es lo de que no deben pagar bonus a los directivos mientras estén en esta situación. Esto es más difícil de evitar puesto que tales importes son pagos salariales (altos pero salariales). Si lo que se pretende es que sólo las entidades muy capitalizadas los paguen o alinear los intereses de los accionistas, que quieren un banco capitalizado, con los de los directivos bien podría exigirse a las entidades un incremento en las exigencias de recursos propios por un importe igual a los incentivos pagados a los directivos en los x últimos años. Sólo las entidades con exceso de recursos propios podrían pagar estos importes a costa de reducir dicho exceso o, lo que es lo mismo, renunciando los accionistas a la parte del patrimonio de la entidad que podrían retirar como dividendo en un momento dado.

Durao Barroso insiste en la necesidad de aumentar el grado de capitalización de las entidades. Totalmente de acuerdo. Primero porque les pide que repongan capital hasta los niveles exigidos con anterioridad a la crisis y, segundo, porque pide aumentar estos niveles. Los niveles exigidos con anterioridad a la crisis eran bajísimos: una entidad podía operar prácticamente con un 2% de patrimonio neto porque para completar el 8% de recursos propios que se exigían valían, simplificando, instrumentos de deuda no cubiertos por los fondos de garantía de depósitos. Cualquier deterioro del activo del banco superior al 2%, lo ponía en quiebra técnica. Esta mayor exigencia que plante el Presidente de la Comisión Europea es un reconocimiento implícito de que la regulación sobre recursos propios no era la adecuada.

Este incremento de la capitalización bancaria, imprescindible, es, sin embargo, incompatible con el crecimiento del crédito y las autoridades tienen que asumirlo y que decirlo. No pueden seguir manteniendo el discurso de más capital bancario y más crédito: son incompatibles. La época de expansión crediticia fue posible no sólo porque el Banco Central Europeo aumentó fuertemente la liquidez del sistema sino, además, porque la regulación sobre recursos propios exigía muy pocos de estos últimos. En el fondo, la solución a esta crisis financiera para los bancos es la misma que para usted y para mí: reducción del crédito del que disfrutamos o, en términos técnicopedantes: reducción del apalancamiento financiero.

El señor Durao insiste en que el capital bancario deberá ser en primer lugar privado y yo creo que en último también, salvo que quieran reconocer que ayudan a estas instituciones porque las autoridades son en parte culpables de la situación en la que se encuentran por el mal diseño de la política monetaria y las deficientes exigencias de recursos propios a las mismas. En cualquier caso, y aunque así fuera, no estaría de más romper esa relación de patronazgo del sector público sobre el sector financiero que está contaminando las cuentas del primero, que tampoco es que fueran de lujo. Por último, la referencia a los riesgos sistémicos y la necesidad de acabar con los mismos que hace el Presidente de la Comisión Europea. Los riesgos sistémicos son, como su propio nombre indica, de sistema. No vamos a entrar a señalar, porque está feo, quien tiene la responsabilidad de haber diseñado un sistema de banco central en la que este puede inyectar la liquidez que considere oportuna por un procedimiento de prueba y error y de alto apalancamiento bancario. Sin embargo, no puedo dejar de indicar que en el caso de las denominadas entidades de riesgo sistémico (es decir: aquellas tan grandes que no pueden caer porque arrastran al sistema) la culpa es claramente de las autoridades con su pasión por el tamaño. Las entidades más pequeñas no nos han dado problemas y si cayeran ni lo temeríamos ni podrían chantajearnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario